Retales de mi vida

Tan bello es caer a tus pies...

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Location: Monterrey, Mexico

Fascinante. Apasionada. Creativa. Detallista. Sensible. Irónica. Sarcástica. Soberbia. Exigente. Divertida. Autosexual. Encantadora.

Monday, April 25, 2005

Palabras viajeras

De mi corazón pasaron a mi cerebro. Luego se convirtieron en garabatos en mi libreta de apuntes. Emigraron a la pantalla de mi computadora. Durmieron ahí el sueño de los justos hasta que las empecé a compartir, en el blog, por mails, por el msn y al imprimirlas.
Luego me decidí a formarlas en un libreto. Las llevé a la impresora. De ahí a la imprenta a que las leyesen y engargolarlas. Partieron entonces a México, ida y vuelta a lo de Derechos de Autor. Regresaron, triunfantes, orgullosas.
Fuimos un sábado a que las cortaran para que quedasen al tamaño que eran requeridas. Se instalaron en la cajuela de mi coche. Fuimos de visita a casa de mi tía, a casa de mi hermana. Recorrimos la ciudad varias veces. Hasta fuimos al consultorio mientras esperábamos a la dentista.
Les conseguí una portada. No es la gran cosa pero quedó como la imaginaba. Entonces mis niñas comenzaron otra travesía hacia su destino.
De Monterrey partieron rumbo a Saltillo; de la tierra de los sarapes se fueron a Chicago, hicieron escala en Cincinnati por unas horas y partieron después a Nueva York. Y sin pasaporte, sin mica y sin identificación. Hermosas hermosas hermosas abriéndose paso entre las ciudades que esperan conquistar.
Entonces tomaron aliento y cruzaron el charco. Aterrizaron en Suiza. Válgame, son más viajeras que yo. De Suiza a Bruselas. Ojalá se den el tiempo y se tomen una buena cerveza. Bruselas-París, suena tan poético que no quisieron perdérselo. De la Ciudad Luz se van a Barcelona y por fin llegan, llenas de esperanza a la ciudad mediterránea.
Ojalá sean leídas; ojalá sean valoradas. Quiera la magia que se puedan compartir. Que la luna de Roz ayude a conseguir que este sueño se pueda cumplir.

Lorena Sanmillán; Abril 26 de 2005

Hipócrita

Hipócrita. Falsa. Así me digo cuando me veo en el espejo. Quesque me mortifica mucho lo de mañana. Quesque me la he pasado pensando y la verdad, la real verdad es que ni siquiera he buscado el borrador de ninguna de mis tres historias -o histerias-.
Mientras tanto, sigo dibujando el consultorio, buscándole opciones y hasta una maqueta voy a fabricar. Voy de nuevo a zambullirme en mis interiores para ver qué es lo que puedo encontrar.
Lorena, qué falsa, anda ya, ponte a trabajar.

Lorena Sanmillán; Abril 25 de 2005

Sunday, April 24, 2005

Un puñado de letras

Juego con mi celular esta noche de insomnio. Es pequeñito, sirve cuando le da la gana, consume su saldo demasiado rápido y tiene un problema para dar por terminadas las llamadas de tal suerte que me he metido en problemas por comentarios desafortunados en tiempos indebidos. Me cabe perfectamente en la mano. Me gusta la cuestión de los mensajes de texto.
Extendí la mano y abrí mi corazón con un mensaje sincero pero desafortunado. Un puñado de letras que no sirvieron para unirnos, sino para separarnos. Aquella noche también tenía insomnio y nada parecía calmarme, excepto expresarme.
Como si enamorarse fuera delito, como si quererte fuera un insulto. Ni una respuesta te merecí; excepto un silencio lleno de interrogantes.
Un puñado de letras y un frío y absurdo silencio por respuesta. Y aún te extraño, como si este sentir valiera la pena.

Lorena Sanmillán; Abril 24 de 2005

Temas y temores

Yo voy a escribir una novela. No dejo de recordar las palabras del maestro. Suenan muy bien pero engendran una responsabilidad enorme. Tengo miedo. Qué raro, entre más me acerco a lo que quiero más lejos me siento y más confundida.
Me he pasado la semana pensando. No encuentro un buen tema y peor aún, de encontrarlo no sé cómo exponerlo.
Lo primero que viene a la mente es obvio. La noveleta que comencé aquella noche que lloré en la oficina de Tono. "El tema es, compañeros, que tuve una relación extracurricular mientras mi pareja estudiaba un doctorado en el extranjero; la relación se me fue de las manos espantosamente. Cuando me di cuenta, ya estaba involucrada de más en algo que siempre estuvo condenado al fracaso. Por otro lado, la chica se enamoró de un cuate mío y se quedó con él. Me quedé sin aventura y sin amigo y con el corazón partido. En medio de todo, la inmerecida comprensión de mi pareja. Por ella es que vale la pena escribirla, porque ella es el personaje más bonito y rescatable de toda esta historia". No sé cómo exponer el tema. Necesito escapar de mi autocensura o no iré a ningún lado. Esta es una buena historia.
Escribir con verdad equivale a mostrarse como eres, con esas variantes oscuras que tienes en tu interior. Me cuesta trabajo aceptarme imperfecta aunque debiera sentirme orgullosa de haber motivado el amor que recibí. Mi temor es expresar mi vulnerabilidad.
Mi segunda opción, sólo por enumerar pero sin orden de importancia, es la carta aquella que le escribí a Claudia y que no sé si le llegó o no. Todo ese camino, toda esa decisión y el dejarle el final al destino que fuese él quien determinara cuál de las dos enviarle. ¿Te llegaría? ¿Cómo enterarme de qué leíste? Tu respuesta me queda muy clara, pero me encantaría saber cuál de las dos leíste... ésta es también una buena historia, pero temo perderme entre recuerdos y abrir una herida que he escondido por mucho tiempo.
La tercera opción, es la presencia de Marisa en mi vida. La deliciosa enfermera que me ayudó a encontrarme con mi esencia. Ese vértigo por descubrir la posibilidad... las reflexiones, todo ese viernes lleno de pensamientos, el lunes siguiente, la vida siguiente... Esta es una buena historia, pero temo no saberla tratar, no saberla plasmar con todo lo emotivo que trasciende mi técnica narrativa. Así me encuentro hoy, entre temas y temores.
No sé si le temo a las letras o me temo a mí, pero con todo y todo, yo voy a escribir una novela.

Lorena Sanmillán; Abril 24 de 2005

Thursday, April 21, 2005

Cuidarte el alma...

No exagero si digo que escuché esta canción de Chayanne más de cien veces en el coche de María. Era un jueves santo y en lugar de la visita a los siete templos nosotras acudimos a los siete centros comerciales en la búsqueda del mejor precio para un televisor de muchas, muchas, muchas, muchas, muchas pulgadas.
De Valle Oriente al City Club, ida y vuelta y del City Club casi hasta el aeropuerto. Sólo nos faltó ir a Escobedo para completar la estrella geográfica en el recorrido. Todo el tiempo escuchando la canción. Cantando, además, acompañadas por el aliento de quien ha comido un pescado al mojo de ajo al mediodía. A la hora de la comida no hay ningún problema, lo verdaderamente simpático ocurre por la tarde, cuando no es sólo el aliento sino que además el cuerpo comienza a transpirar las especias que ha ingerido. Obviaré comentar las otras formas que tiene la digestión de manifestarse. Y no es que el ajo sea desagradable, sólo es muy intenso. Quizá eso me sirva para definirme: no soy desagradable, sólo soy intensa.
María compró su tele. Feliz. Seguimos cantando la canción decenas de veces de regreso a su casa por Constitución. La avenida se convirtió en una autopista para las emociones. Cada quien perdida en sus pensamientos compartiendo la canción. Cantando siguiendo nuestra propia partitura, superando a Jolette desde luego. Cada quien en lo suyo y sin embargo compartiendo gratamente el momento.
Me encantó la canción, totalmente. Es tan poética, tan romántica. Mirar en el silencio. Dibujar una escena de los sueños. Mirar la luna al mismo tiempo. Contar un día más. Me encantó, por la desesperación y pasión que le imprime Chayanne. Por la ternura de la frase "cuidarte el alma". Como ya lo he dicho, a veces es fácil acostarte con alguien, lo difícil viene cuando quieres dormir a su lado para cuidarle el alma.
Es que me gusta tu cara, me gusta tu pelo. Soñar con tu voz cuando dices te quiero. Me gusta tu risa, me gusta tu boca. Me gusta creer que por mí tu estás loca.
Ya tengo la canción, ya tengo el sentir. Sólo me falta con quien poderlo compartir.


Lorena Sanmillán; Abril 21 de 2005

Wednesday, April 20, 2005

Taller de Novela I

Yo voy a escribir una novela. Según el maestro, esa es la frase más importante que todos debemos tener en la cabeza. Suena bien. Suena muy atractivo, imperativo y realizable.
Si a escribir se aprende escribiendo, supongo que a vivir se aprende viviendo y como dice Roffiel, los dolores se acaban doliendo.
Sentada en esa mesa, mientras sucedía mi primera clase de pronto vinieron a mí unas frases sueltas: "Lo más fácil fue acostarme contigo, cuando quise conquistarte comenzó la dificultad. Tan sencillo compartir un vaso de agua, lo que no supe fue apagar tu sed. Supe quitarte el frío aquella noche que temblabas pero no pude abrigar tu alma". Me gustan las frases. Quisiera tener la certeza de saber a quién le escribo.
La novela tiene un fin estético, no precisa de un mensaje; continúa el maestro su exposición, mientras yo divago observando a mis compañeros y escribiendo todo esto en mi libreta multicolor. Somos 27 en esta primera sesión. Una de las cosas que me llama la atención del grupo es que ningún miembro del grupo utiliza ninguna -ninguna- de las famosas, caras y populares pulseras amarillas, rosas, rojas, negras. O a los intelectuales no les gusta ese rollo, o no les asusta el cáncer, o les pasan esas cosas de noche, o son un mercado de oportunidad para venderles una café (la pulsera de la cultura) o de plano -y esto es lo más probable- no tienen dinero para comprarse una pulsera de ningún color.
Me doy cuenta que varios compañeros han venido a presumir su biblioteca y lo leído. Se supone que eso es lo deseable. Lo extraño sería que no hayan leído nada. Aunque tampoco es necesario leer para escribir. Bastaría saber contar las cosas y desde la perspectiva personal encontrar el punto inédito de asombro dentro de la rutina cotidiana que haga que nuestro relato sea extraordinario aunque sólo hablemos de aquella tarde en que saboréabamos un elote desgranado en La Purísima de la mano de alguien que amábamos. Allá y entonces.
Insisten es escribir como...escribir como... no, compañeros no, yo no vengo aquí a escribir como nadie, yo vengo aquí a escribir o intentar escribir como Lorena Sanmillán, nada más. Me quedo callada con el comentario en la lengua, recordando lo dicho ayer por María. Ok, voy a intentar no decir nada. Me cuesta trabajo permanecer callada, pero lo logro. Supongo que basta con que yo lo interiorice y además lo practique.
Recordar a María, también me hace recordar su negativa de subir a volar mi cometa en el asta bandera. Otra persona que no ha querido acompañarme. Basta. Alguien más que dice que no. Iré sola. Me tengo a mí. Si luego lo quiero compartir, se los escribo y ya.
Tengo mucho mucho sueño. Pasé muy mala noche revisando tareas, preparando la clase y redibujando el consultorio. Necesito organizarme. Me da ilusión recibir mis escritos encuadernados mañana.
Esto es parte de lo que pienso mientras oigo sin escuchar el intercambio de opiniones entre el maestro y mis compañeros. De pronto dice algo que le sirve para cerrar la clase y con ello mi libreta de apuntes: Escribe con verdad y lo que hagas va a estar bien, va a ser auténtico porque viene de tu alma, del fondo de tu ser.

Lorena Sanmillán; Abril 20 de 2005

Wednesday, April 13, 2005

Baby doll

¿Me permites compartirte una fantasía? Después de la intimidad contigo y de todas las cosas que sin permiso y con algo de brusquedad realicé sobre tu cuerpo te puede sonar hasta de mal gusto que ahora solicite humildemente autorización para compartir algo más. Pedirte permiso es conferirte autoridad y eso suena tan sexy como excitante.
Envejeciendo sobre una maleta tengo un baby doll -color marfil- sin estrenar. Quiero que me lo veas puesto y sobre todo, quiero que me lo quites presa de tu ansiedad.
Vierte sobre mí la urgencia de tu violento deseo y déjame hacerme la difícil. Bajaré la mirada y fingiré algo de vergûenza mientras tú supuestamente me convences de lo que ahora estoy imaginando. Háblame, háblame, háblame, que tus palabras serán la llave que te conduzca hasta mi humedad.
Desabotonaré tu camisa y arañaré tu espalda. No te miraré. Besaré tus hombros mientras dejo que tus manos anden por mi cuerpo. Domíname y con tus manos recias llévame hasta tu pubis. Hincada frente a ti, hunde mi cabeza en tu entrepierna. No sabes cuanto me inundo al pensarlo.
Tómame por la cintura y voltéame. Muerde mis hombros, mi espalda, mis costados. Pégate a mí y danza en mi trasero siguiendo tu propio ritmo. Lléname de tus suspiros, de tus jadeos, de tus gritos. Abre mis piernas e intérnate en ellas. Llévame hasta ese sillón donde aquélla vez me aventaste. Muévete sobre mí, acercándote y alejándote, enloqueciéndome. Háblame, háblame, háblame, libérate y dímelo. Saca de ti esa fantasía que te imaginas realizar sobre mi cuerpo y que no siempre dices con todas sus palabras. Entra en mí, sin advertírmelo...llévame hasta ese punto donde me volveré toda fragilidad y entonces seré tuya desde mi escondida feminidad.
Eso te ofrezco, ¿lo quieres intentar?

Lorena Sanmillán; Abril de 2005